lunes, 24 de mayo de 2010

Padres y el Pololeo

¿No es gracioso como los padres pueden convertirse en bebés tan rápido? Basta con que vean a cierto individuo sentado en el sillón de su casa para que de pronto todo su mundo retroceda alrededor de cuarenta años. Padres y madres, son ustedes los protagonistas de mi inspiración. Ustedes con sus berrinches pseudo-maduros, y sus arranques de sabiduría no empática para con nosotros, los que me han casi forzado a analizar este tema. En el día de hoy, quiero referirme a la relación que existe entre ustedes y sus hijas, y a la reacción que tienen cuando saben que ellas, han iniciado una relación.

Es sabido que en un momento de la adolescencia, nosotras las niñas, pasamos la mayoría de nuestro tiempo pensando en el sexo opuesto, y este hecho los preocupa en demasía a ustedes, puesto que por sus mentes surgen ideas como “No hay hombre suficientemente bueno para mi hija” y “El pololeo solo trae problemas”, todo esto a causa de que una relación amorosa entre adolescentes es sinónimo de distracciones. Sabemos que su miedo radica en que salgamos heridas y bajemos nuestras calificaciones, pero la verdad es que padres, deben dejarnos volar. Esta es la edad en donde nuestro deber es cometer estupideces y equivocarnos y solo les pedimos una cosa: apoyo. No necesitamos sus clásicos “te lo dije” o sus miradas de “yo sabía”, solo queremos que sus abrazos cobijen nuestro llanto y nuestras alegrías.

Una vez iniciada la situación de la discordia, es prácticamente imposible que podamos detenernos, por lo cual, padres, no obtendrán nada con sus retos y sus reclamos con respecto a nuestras relaciones, pues por más que griten y amenacen con castigos, nuestros oídos solo decodifican un mensaje: su grito de terror. Tienen miedo y deben aceptarlo, lágrimas se apresuran a salir de sus ojos cada vez que nos miran y se dan cuenta de que ya no tenemos diez años. Tienen pánico de solo imaginar que en algún momento podamos alejarnos para siempre ustedes. Pero hoy, es tiempo de que se detengan de pensar tantas cosas que aún no están ni cerca de suceder, pues en representación de mi generación, quiero decirles que están exagerando. Si bien es cierto que ya no pasamos tanto tiempo en casa, y que lloramos o nos enojamos más de lo acostumbrado, hay algo que no ha cambiado, el pilar que soporta nuestras quejas, siguen siendo ustedes, y esa es nuestra forma de demostrarles que, no nos iremos de su lado.

¿Abandonar el nido? No se ofendan, pero es una idea ridícula. Cuando éramos pequeñas ¿Quiénes eran los que nos arropaban a la hora de dormir, apagaban las luces y nos hacían sentir inmortales? Ustedes… Y Las niñas pequeñas dependemos de detalles como esos. Se preocuparon de que nos cepilláramos los dientes y hasta hoy, deben llevarnos a todas partes. Siempre han estado ahí cuando hemos volteado.

Es verdad, ya no somos las mismas de antes, hemos cambiado nuestra apariencia, nuestro cabello, la ropa, las opiniones, nuestro estilo en general, pero siempre hemos vuelto a casa y es que cuando nuestro mundo parece caerse a pedazos, cuando todo está oscuro y no podemos ver nada, nuestros ojos solo buscan la mirada de nuestros padres. Cuando estamos perdidas y sentimos que todo está por terminar, los miramos a ustedes.

Finalmente, solo tengo un mensaje para ustedes, padres: No importa cuántos años pasen, ni cuántos hombres puedan ver a nuestro lado a lo largo del tiempo, hay algo que nunca va a cambiar: Siempre seremos sus niñitas.

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