sábado, 22 de noviembre de 2008

Tengo miedo

Tengo miedo de lo que desconozco
Tengo miedo de ir por todo y regresar con nada
Tengo miedo de perder a mi familia
Tengo miedo de no pasar desapercibida
Tengo miedo de que no me noten
Tengo miedo de mirarte a los ojos
Tengo miedo de olvidarte
Tengo miedo de respirar este aire
Tengo miedo de sentir mis manos
Tengo miedo de que mi corazóno no siga ahí
Tengo miedo de arriesgarme
Tengo miedo de no hacerlo
Tengo miedo de hablar
Tengo miedo de callar
Tengo miedo de contradecirme
Tengo miedo de tener razón
Tengo miedo de sonar muy fuerte
Tengo miedo de que nadie me escuche
Tengo miedo de deshidratarme
Tengo miedo de asustarte
Tengo miedo de hacerte mi amigo
Tengo miedo de besarte
Tengo miedo de tocarte
Tengo miedo de mirarte
Tengo miedo de mirarme
Tengo miedo de equivocarme
Tengo miedo de hacer lo correcto
Tengo miedo de caminar
Tengo miedo de quedarme donde estoy
Tengo miedo de seguir escribiendo
Tengo miedo de detenerme
Tengo miedo de escuchar mi voz
Tengo miedo de mis ojos
Tengo miedo de mi boca
Tengo miedo de mí
Tengo miedo de tí

Tengo miedo de que me ames
Tengo miedo de no amarte
Tengo miedo de no me ames

Pero por sobre todo, tengo miedo de sentir miedo,
porque no me deja existir,
y aunque muchas veces me asuste vivir,
si hay algo a lo que no le temo,
es a amar.
y a sufrir.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Catarsis de una ilusa II

Las heridas del Desapercibido están en estado crítico, no se sabe si sobrevivirá a la puñalada que le sopló un nube.

El doctor de turno intenta convencer a todos de que no hay de qué preocuparse, pero nadie le cree. Saben que las quemaduras qe tiene sólo se repararán con una sobredosis de ilusión. Lástima que el doctor no aprueba este remedio.

Me preocupa lo que pasará con el Desapercibido, creo... a veces... cuando me siento a hacer todo pero hago nada, ahí me acuerdo... Y cuando desayuno, también, si se le puede llamar desayuno a una triste cantidad de obligación rutinaria con exceso de sabor a felicidad y preocupación fingida.

Algo Con C me interrogó con ironías en el momento en que renacía la muerte de la noche iluminada. Intenté que escuchara el doctor, pero no hubo caso, ella desde antes sabía lo que le pasaba al Desapercibido. Aunque no sé si se le pueda llamar Desapercibido aún, porque varios ya lo han notado.

!Qué ilusos todos!, sobretodo el Morralito, que no sabe que hablan de él y lo culpan sin culparlo de que el Desapercibido esté tan mal.

Dije una vez que 1+2= color rojo con quemaduras... entonces... 1+1= atardecer de ilusiones. Le dije al doctor, pero me dijo que mis fórmulas no servían - ¿qué sabe él? de cualquier forma nadie lo ha invitado a sumar-.

Después de un par de días dieron de alta al Desapercibido, ya no está tan quemado como antes, pero debe hacer reposo y tomar diariamente 3 dosis de notas huérfanas + 4 o 5 letras perdidas encontradas por casualidad. Y no puede olvidarse de su sonrisa y su lengua mordida.

Fue un alivio porque todo saldrá económico, considerando que mi querido Desapercibido nunca ha sido falto de ritmo y alegría. ¡Qué bueno que todo volverá a estar bien! y que por lo menos él si consideró sumar 1+1.

Mi único problema es que hoy vi una letra húmeda entre el pistilo y el espíritu de una flor y no sé si llevársela, porque esta letra estaba cantando la canción de la ignoracia. Y la Flor Desapercibida olía a confusión y a estrella muerta, y llorando me dijo

"Llevale mi letra al Morralito, regalale un suspiro y luego pregúntale si vendrá a sumar conmigo"

martes, 18 de noviembre de 2008

Catarsis de una ilusa I

Desde el principio del fin que no consigo dejar de quemarme, incluso cuando duermo estoy despierta ideando cómo reaccionar cuando me dibujes en el aire lo que por mucho tiempo fue obvio para todos los círculos, excepto para mí. Nunca quise abrir los ojos, prefería mirar con una pantalla, porque simplemente era más sencillo para mí.

Aún así lo inevitable no es perturbador, lo acelerado es que precisamente ahora decidí escuchar los gritos del viento, que por tanto tiempo guardé en una caja transparente. Tarada, como siempre, nunca debí entre abrir mis ojos, si nunca me hubiera sacado mi linda pantalla en un arrebatado momento de hambruna, yo no tendría el color rojo con quemaduras. Insisto, soy una tarada.

Me levanto y corro a mirarme al espejo, a ver si mis ojos siguen ahí. No los lavo, así tendré una excusa para no hacer contacto cuando me preguntes algo y olvide lo que ensayé al dormitar. Ropa vieja y un grito de la Loca triste, es hora de presentarme en el reclusorio.

Ya arriba del carruaje debo detener todo. He olvidado mi sonrisa, pero le digo al chofer que siga, que solamente me asustó una araña. ¿Para qué quiero una sonrisa? De cualquier manera, en el reclusorio la mayoría son ciegas.

Solo se excluyen dos telépatas que hablan con las cejas y escuchan con los ojos. Las dos más lindas feas que haya ignorado jamás. No puedo mentirles a ellas, aunque ellas a mi me oculten cosas, eso no es lo importante. Pero tengo miedo, no quiero que piensen que estoy toda quemada, es solo que me gusta exagerar para ver si así mantengo la atención de quien no me escucha.

Pasa la mañana, odio lo que no entiendo, y odio este sol. Todo mejoró cuando conseguí dormir en el momento en que moría y para salvarme debía estar despierta, seguramente se quemará todo, aunque yo me haya salvado por morderme la lengua.

Maldito día que no termina, ¡quiero dormir!

Por lo menos ya no me quemo, me aconsejaron que soplara cuando hubiera fuego. Suena obvio, pero es muy difícil soplar cuando el único aire que te queda, es el de tu alma, que ya está harta de Hidrógenos y no deja de decirles que se vallan.

Lo intentaré, pero no prometo nada... talvés debería escribir un libreto.

Me han hechado agua, eso era lo que necesitaba para dormir: agua. Grabé mi sueño, por si lo necesito más tarde. Luego grabé otro, soñé muchas cosas lindas en medio de la nada del todo. Ojalá todo fuera así cuando no entiendo algo, sería ideal, así ya no lo odiaría.

De vuelta a la cosa de cuatro cositas en donde suelo sentarme a ha escuchar los ladridos de mi perra. Saludo a la Loca triste y al segundo me despido, siempre está muy ocupada.

"Me fue bien, gracias, pude dormir"- le respondo a la casa.

Espero al chofer, comemos, no está mal... pero me resigno a probar algo más porque sé que no lograré dormir si estoy comiendo.

18:51 en mi reloj, ya llegó la payasita universitaria, está comiendo. Quisiera saber si está soñando despierta o en el sueño sueña que está despierta. Sólo por curiosidad, no es que realmente me importe.

18:52 Nada y todo que hacer, debería estar tomando letras para poder vomitarlas mañana a la última hora, pero es que estas letras no tienen ningún sabor para mí, y al parecer, para ninguna de las ciegas del reclusorio

Ya no sé ver la hora, olvidé los números, solamente puedo recordar el 1 y el 2

Y con esto me basta para decir que 1+2 = color rojo quemado

lunes, 17 de noviembre de 2008

Dijiste que siempre seríamos amigos

Dijiste que siempre seriamos amigos,
que estarías siempre acompañandome
pero ahora todo esta tan confuso...
Hay demasiadas piedras en el río

Dijiste que no importaba lo que trajera
que nada nos iba a cambiar
pero lo hizo. 

Todo es diferente ahora
ya no sé cómo mirarte a los ojos
Ya no sé cuándo mientes o cuando dices la verdad
Preguntas vienen y van.
y no sé qué responder... 


No quiero responder
No quiero saber
No quiero ver lo que pasa
No quiero creer que me rompiste una promesa


Dijiste que siempre seriamos amigos
que no importaba lo que pasara
que siempre estarías conmigo
Me dijiste que confiara en ti
Me dijiste que siempre seriamos amigos

Parece que siempre,
es demasiado tiempo.
Las cosas cambian.
Y los amigos, dejan de ser sólo amigos.

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