martes, 18 de noviembre de 2008

Catarsis de una ilusa I

Desde el principio del fin que no consigo dejar de quemarme, incluso cuando duermo estoy despierta ideando cómo reaccionar cuando me dibujes en el aire lo que por mucho tiempo fue obvio para todos los círculos, excepto para mí. Nunca quise abrir los ojos, prefería mirar con una pantalla, porque simplemente era más sencillo para mí.

Aún así lo inevitable no es perturbador, lo acelerado es que precisamente ahora decidí escuchar los gritos del viento, que por tanto tiempo guardé en una caja transparente. Tarada, como siempre, nunca debí entre abrir mis ojos, si nunca me hubiera sacado mi linda pantalla en un arrebatado momento de hambruna, yo no tendría el color rojo con quemaduras. Insisto, soy una tarada.

Me levanto y corro a mirarme al espejo, a ver si mis ojos siguen ahí. No los lavo, así tendré una excusa para no hacer contacto cuando me preguntes algo y olvide lo que ensayé al dormitar. Ropa vieja y un grito de la Loca triste, es hora de presentarme en el reclusorio.

Ya arriba del carruaje debo detener todo. He olvidado mi sonrisa, pero le digo al chofer que siga, que solamente me asustó una araña. ¿Para qué quiero una sonrisa? De cualquier manera, en el reclusorio la mayoría son ciegas.

Solo se excluyen dos telépatas que hablan con las cejas y escuchan con los ojos. Las dos más lindas feas que haya ignorado jamás. No puedo mentirles a ellas, aunque ellas a mi me oculten cosas, eso no es lo importante. Pero tengo miedo, no quiero que piensen que estoy toda quemada, es solo que me gusta exagerar para ver si así mantengo la atención de quien no me escucha.

Pasa la mañana, odio lo que no entiendo, y odio este sol. Todo mejoró cuando conseguí dormir en el momento en que moría y para salvarme debía estar despierta, seguramente se quemará todo, aunque yo me haya salvado por morderme la lengua.

Maldito día que no termina, ¡quiero dormir!

Por lo menos ya no me quemo, me aconsejaron que soplara cuando hubiera fuego. Suena obvio, pero es muy difícil soplar cuando el único aire que te queda, es el de tu alma, que ya está harta de Hidrógenos y no deja de decirles que se vallan.

Lo intentaré, pero no prometo nada... talvés debería escribir un libreto.

Me han hechado agua, eso era lo que necesitaba para dormir: agua. Grabé mi sueño, por si lo necesito más tarde. Luego grabé otro, soñé muchas cosas lindas en medio de la nada del todo. Ojalá todo fuera así cuando no entiendo algo, sería ideal, así ya no lo odiaría.

De vuelta a la cosa de cuatro cositas en donde suelo sentarme a ha escuchar los ladridos de mi perra. Saludo a la Loca triste y al segundo me despido, siempre está muy ocupada.

"Me fue bien, gracias, pude dormir"- le respondo a la casa.

Espero al chofer, comemos, no está mal... pero me resigno a probar algo más porque sé que no lograré dormir si estoy comiendo.

18:51 en mi reloj, ya llegó la payasita universitaria, está comiendo. Quisiera saber si está soñando despierta o en el sueño sueña que está despierta. Sólo por curiosidad, no es que realmente me importe.

18:52 Nada y todo que hacer, debería estar tomando letras para poder vomitarlas mañana a la última hora, pero es que estas letras no tienen ningún sabor para mí, y al parecer, para ninguna de las ciegas del reclusorio

Ya no sé ver la hora, olvidé los números, solamente puedo recordar el 1 y el 2

Y con esto me basta para decir que 1+2 = color rojo quemado

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