viernes, 8 de febrero de 2013

Era una mañana fría, no consiguió seguir durmiendo así que a las 5:30 ya estaba en pie, tratando de olvidar lo que había soñado en lo poco que había dormido - solo ridiculeces, se decía -. 
Preparó un café y comenzó a dibujar en su croquera, no pudo realizar un solo boceto. Lanzó el lápiz lejos y caminó hacia el sofá, decidió leer uno de los tantos libros que tenía en su repisa para que los amigos no creyeran que veía tanta televisión, pero no consiguió entender una palabra. 
Respiró hondo y descansó su cabeza en sus nudillos - No consigo hacer nada.., se repetía -.
Ese extraño sentimiento seguía abrumándola. Sólo podía pensar en eso, ¿qué se suponía que debía hacer?, eso no era algo que uno le anda diciendo a todo el mundo. 
Se levantó rápido, tomó su bolso y salió a caminar. Corría mucho viento y comenzaba a caer la lluvia, a penas podía mantener el paso pero no podía detenerse. Se puso lo audífonos y se sentó en la banca de la plaza, ¿cómo hacerse notar, si no había gente?, ¿cómo dejar de sentir tan extrañamente si entre más lo hacía, se sentía más en casa?. Miraba a todos lados, tratando de calmarse.
Fue entonces cuando ese extraño sentimiento se encarnó en ese ardor en el pecho con un nudo en la garganta que te deja con el aliento a medias, y hace pesado el exhalar, pero que sin embargo no te detiene de sonreír.

- Me alegra que vinieras, le dijo sentándose a su lado, frotándose las manos.. 

Se quedaron un momento en silencio, él le tomó la mano para que ya no temblase. Y justo ahí, en esa banca, ese día de lluvia, los dos completamente empapados, se miraron a los ojos y todo dejó de ser extraño.

1 comentario:

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