Extrañaré tu cuerpo
pues siempre es díficil para el humano
renegar su naturaleza
y es que esconderme
parecía para mí un milagro...
Pero no temas, angelito,
pues ya comprendí
que vivía engañada
y abriré los ojos para amarte con pureza
como Eva amaba a Adán
antes de probar la manzana
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