Un collar de plata con un dije de piedra de color fue tu regalo que buscaste entre todas las joyerías para que representara tu amor, que me envuelve y me hace lucir hermosa; como símbolo de la femineidad que nunca acabo de asimilar.
Me lo diste para que cada vez que me mirara al espejo, te viera ti también; y escogiste el más bello de la vitrina, para que cuando alguien se fijara en su belleza, yo dijera que venía de ti... pero hoy, que ya no te pertenezco, miro mi collar y es realmente hermoso, y no puedo negar que sí refleja parte de lo que soy -si no todo- pero ya no puedo usarlo...
Cada vez que intento ponérmelo de nuevo, lo arranco antes de cerrar el broche, porque es como si ya no fuera mio. Cada vez que trato de enlazar las cerraduras tras mi cuello, te veo a ti... Y recuerdo la vez en que me lo diste y cerraste el broche y nos miraste en el espejo admirando qué bella me hacía lucir, pusiste tus manos sobre mis hombros, conmemorando la cerradura del broche... que yo nunca mas abrí.
Lo arranqué, lo guardé, lo usé de nuevo, lo guardé y lo perdí, lo arranqué y lo olvide.
El Collar ya no es mio, nunca lo fue, siempre fue tuyo, siempre fue prestado, siempre fue un recordatorio de quién llevaba a quién amarrado. El Collar, hermoso y simple como es, es tan complejo hoy para mi que no puedo ni tocarlo. El Collar, igual que tu, ya no puedo disfrutarlos, ya no puedo mirarlo por el lado bueno. Haz causado demasiado daño.
Lo arranqué, lo guardé, lo usé de nuevo, lo guardé y lo perdí, lo arranqué y lo olvide.
El Collar ya no es mio, nunca lo fue, siempre fue tuyo, siempre fue prestado, siempre fue un recordatorio de quién llevaba a quién amarrado. El Collar, hermoso y simple como es, es tan complejo hoy para mi que no puedo ni tocarlo. El Collar, igual que tu, ya no puedo disfrutarlos, ya no puedo mirarlo por el lado bueno. Haz causado demasiado daño.
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